ARTÍCULO: DIARIO DE TARRAGONA – 23/07/2017

Vivimos en una sociedad de transformación constante, a la que te das la vuelta para mirar atrás, algo ha cambiado. Las empresas invierten enormes cantidades de recursos en mejorar su producto o servicio recién estrenado en el mercado para lanzar otro en breve mayor, o sencillamente diferente en algún aspecto. Estamos en un entorno cambiante tan fuerte que los creadores dicen que el 50% de los productos y servicios que consumamos en los próximos 10 años, aún no están inventados. Parece como si fuera de obligado cumplimiento que las cosas tuvieran que durar poco. No te da tiempo a acostumbrarte a algo porque cuando lo consigues ya ha variado.

Somos una sociedad que está pasando del estadio de sólido a gaseoso a pasos agigantados. Si buscamos en el diccionario ambos adjetivos, se define por sólido, firme, macizo, denso y fuerte. Por gaseoso se entiende fluido que tiende a expandirse y que se caracteriza por su baja densidad, como el aire. La vida hace unos años era previsible, ahora ha dejado de serlo.

La innovación, la investigación y la aceleración permanente del cambio no solo afecta a los objetos sino que también está modificando nuestra manera de ser, de entender el mundo y de cómo nos relacionamos con los demás en todos los ámbitos de nuestra vida, tanto en la faceta personal como en la profesional.

¿Y cómo nos afecta esta metamorfosis? El mundo virtual nos ha precipitado a la pérdida de control, el entorno cambiante nos empuja a la falta de compromiso, vivimos y nos manejamos en un entorno más superficial en el cuál las bases son inestables y aun así debemos sostener el engranaje de su funcionamiento. Somos una sociedad que no nos conformamos con poco y a la vez de exigentes, nuestro nivel de compromiso es menor. Parece como si quisiéramos borrar del diccionario el verbo mantener. ¿A dónde nos lleva todo esto? Sólo puedo dar respuesta con flexibilidad, versatilidad y mente abierta. Estos tres adjetivos nos permiten adaptarnos al entorno cambiante de una forma más serena y con mayor espacio para pensar y reaccionar.  Pero lo que nos da solidez para vivir en el estadio gaseoso son los principios y valores éticos. Cimientos inmutables que permanecen a lo largo del tiempo sin variar. Ellos son los que nos ayudan a saber manejar y a adaptarnos al cambio, a tomar decisiones más adecuadas. A pesar de la rapidez de los cambios debemos mantener y cuidar el equilibrio y la base sólida que nos aportan los principios y valores. Necesitamos elementos constantes en nuestra vida.

En el mundo de los negocios, las empresas tienen que adaptarse a trabajadores que colaboran por un periodo de tiempo corto, hasta que ven que sus necesidades ya no están cubiertas y vuelan buscando otras opciones. Reclutar talento es relativamente fácil pero lo que cuesta es afianzarlo. Mantener al trabajador motivado para que su puesto de trabajo sea atractivo para él es un reto el cual, los departamentos de personas tienen que hacer frente, con elevadas dosis de imaginación, creatividad, principios y valores.

En el ámbito personal la persecución por los resultados inmediatos nos impide saborear el camino relajadamente y con la tenacidad que se requiere a veces. La visión a corto plazo no permite estructurar nuestro proyecto de vida a largo plazo. Este hecho implica asumir aún más cambios en nuestra vida sin haberlos elegido por uno mismo. En las relaciones con los demás el camino más corto es el que te hace “perder” y emplear más tiempo de escucha, comunicación, esfuerzo y entrega.

Las personas disponemos de todos los recursos necesarios para adaptarnos al cambio de estadio, solo necesitamos enfoque, saber qué queremos y trazar el camino a seguir.

Stephen R. Covey siempre decía que hay tres Constantes: el cambio, los principios y la libertad de Elección, de cómo podemos afrontar las dos constantes anteriores. Un caso cotidiano que lo ejemplifica es el siguiente: el cambio nos obliga a tener unos hijos tecnológicos y comunicados pero el adulto elije si compra el móvil a los 9 años o a los 13. En ambos casos el niño/a estará adaptado al cambio el cual la sociedad te empuja, pero los efectos de hacerlo en una edad u otra serán completamente diferentes.

En el mundo actual que demanda reaccionar casi instantáneamente a cambios, las personas más efectivas son las que gestionan este cambio constante con principios atemporales de efectividad y carácter firme.

Eva Llatser.

Psicóloga, Master en Dirección y Gestión de RRHH y Coach acreditada por el COPC.