Artículo publicado en AMIGASTRONÓMICAS el 05/07/2017
¿Alguien sabe lo que somos? En las últimas semanas muchas personas conocidas han fallecido cuando aún no les tocaba. David Delfín, Carles Capdevila, demasiado jóvenes para decir adiós, en un momento inapropiado, en la mitad del camino cuando quedan, aún, muchas cosas por hacer. Y no sólo conocidos, sino personas cercanas a nosotras que amamos, nos acompañan en nuestra vida, que van de la mano, compañeras, amigas, hermanas, hijas. El espacio que dejan lo ocupa un inmenso dolor y a pesar de esto se debe seguir adelante, aunque las fuerzas no nos acompañen superando los múltiples sentimientos que van aflorando en nosotras. Como el sentimiento de injusticia, rabia, desolación, absurdidad y vacío que nos pueda llegar a invadir, entre muchos otros.
Contra la muerte no podemos luchar, en muchos casos no avisa y cuando llega nunca se está lo suficientemente preparada. Transitamos por la vida de alquiler, hasta que el propietario decide echarnos a pesar de pagar religiosamente la cuota. Siempre está a nuestro lado para recordarnos de vez en cuando que la vida tiene un precio y que no debemos desperdiciar su estancia en ella. Nos recuerda que somos puntos insignificantes dentro del universo capaces de hacer acciones maravillosas. Y en cambio hay personas que se creen importantes instauradas en su egocéntrico y diminuto mundo.
En una entrevista del periódico El Mundo realizada a Pedja Mijatovic el pasado mes de junio, el periodista le hizo la siguiente pregunta: Decía Kevin Keegan que «el asunto más difícil es encontrar algo para reemplazar al fútbol, porque no hay nada». ¿Es tan grande el vacío de después? La respuesta del exjugador de fútbol fue la siguiente: Depende cómo seas. Yo en los años más bonitos de mi carrera viví la enfermedad de mi hijo. En esos momentos en los que crees que incluso puedes volar, cuando te sentías poderoso y notabas el calor de toda la gente, mi hijo siempre tenía crisis. Muchos días y noches en el hospital. Eso ha sido un contrapeso mío. Yo me decía: «No eres nadie, ya ves que no eres nadie, no puedes hacer nada para que tu hijo mejore». Te preguntas: «¿Quién eres?». Y la respuesta es nadie. Mi hijo ha tenido una misión en mi vida. La de salvar a su padre. Piensas que eres Dios y en realidad no eres nadie.
A veces nos creemos más de lo que somos, a veces nos comportamos como niñas mal criadas que nunca están satisfechas con lo que tienen y siempre quieren más. En demasiadas ocasiones buscamos la satisfacción y el bienestar en lo material alejándonos de lo que realmente es importante. Nos cuesta despojarnos de nuestro ego, de nuestras necesidades y comodidades, queremos darle un sentido a la vida que no tiene, nos alejamos de la esencia del SER como tal y de repente cuando aparece la muerte a nuestro lado nos frustra y no entendemos nada, es que, ¿acaso somos alguien? La muerte, un camino que convive con la vida, que intercepta en ella en cualquier momento, que la una sin la otra ninguna de las dos tendría sentido. Hagamos pues que lo tenga. Con nuestra hermosura del SER, sin pretensiones, sin desperdiciar ni una gota de agua, sin malgastar nuestro tiempo y preocupaciones en asuntos banales, sin aparentar un mundo tan real como vacío. Creando en nuestro día a día píldoras de luz, de generosidad, acciones en las cuales hagas lo que hagas le pongas el corazón.